
- “El 95 por ciento de los padres tiene un hijo favorito, y el otro 5 por ciento miente”, concluyó Jeffrey Kluger, autor del libro The sibling effect: what the bonds amongbrtothers and sisters reveal about us(El efecto hermano: lo que los lazos entre hermanos y hermanas nos revelan). Al publicar sus estudios, como es fácil imaginarse, provocó un gran revuelo porque, socialmente, la idea de aceptar que se prefiere a un hijo sobre otros es inadmisible y muy mal visto.
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¿Cuáles fueron esos estudios?
- Te lo cuento muy brevemente: Kugler, junto con otros estudiosos de la psicología y el desarrollo humano de la Universidad de California en Davis, estudiaron a 384 pares de hermanos y a sus padres durante varios años, y particularmente observaron cómo las familias reaccionaban ante la resolución de conflictos. ¡Oh!, ¡sorpresa!, los resultados fueron muy interesantes: 65 por ciento de las madres y 70 por ciento de los padres preferían, indudablemente, a un hijo.
- Los especialistas dicen que esto es normal y común entre los animales, y en especial entre los mamíferos, pues supone la preservación de la especie y el que tendrá mayores posibilidades de supervivencia y éxito. Interesante, ¿no?
- Lo anterior se comprueba muchas veces con preguntar simplemente a los hijos, pues ellos, de manera clara y directa, pueden decir qué padre prefiere a quién.
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¿Qué es lo que nos hace preferir a un hijo de otro?
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Sexo
- Se ha comprobado que las madres prefieren a los hijos varones, y los padres a las hijas. Se trata simplemente de expectativas: los padres valoran los logros que les gustarían o relacionan como propios en el sexo opuesto, y los hijos les dan esa oportunidad de vivirlo.
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El más guapo o la más inteligente
- “Las bonitas siempre lo tienen más fácil todo”, dice el dicho y lleva algo de verdad. Los padres también suelen preferir o poner mayor atención a los hijos que se distinguen y sobresalen, que tiene un don, una habilidad o que tienen algún tipo de belleza.
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El orden de llegada
- Según los estudios de Kugler, los padres tienen una mayor preferencia por los primogénitos o por los más pequeños. En los primeros tiene mucho que ver el sentido de poder, de herencia y continuidad del legado; mientras que en los últimos, es una cuestión de afectos de un adulto maduro que ya puede valorar más la experiencia de la paternidad.
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Entonces, ¿es malo?
- Primero, hay que entender que el tener preferencia por alguien es normal, así elegimos a nuestros amigos y a nuestra pareja; y segundo, para nosotros, y sobre todo para nuestros hijos, debe de quedar muy claro que con ellos se trata más que nada de afinidad.
- Hay hijos con quienes te llevas mejor, con otro pláticas más y según nuestra forma de ser y la de ellos se dará una mayor afinidad o se desarrollará la particularidad de la relación con cada hijo.
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¿Qué se puede hacer?
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Tiempo y atención a todos los hijos
- Podremos enojarnos con uno de nuestros hijos, pero no dejará de simpatizarnos y mucho menos dejaremos de amarlo. Al hijo que sientas que tienes menor afinidad, dedica más tiempo a conocerlo y a cultivar una relación especial con él. Los hijos aceptan que otro hermano sea el preferido o el que más atención reciba cuando él mismo se percibe amado y con una relación especial -privada- con sus padres.
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Favorecer la relación personal con cada hijo
- Como padre, el ser afín con uno no nos exime de amar y cultivar el amor por el resto de los hijos. No hay excusa, debes atender a todos de la mejor manera posible.
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Una cosa es tener mayor afinidad con un hijo, y otra es no amar al otro
- Sé honesto contigo mismo y si identificas que un hijo no te agrada o que no lo amas, ya diste un paso gigante en la mejora de la relación. Un especialista puede ayudarte a procesar los sentimientos que vives y hacer lo mejor con ellos para beneficio de todos los miembros de la familia. No te sientas culpable, mejor ocúpate y haz algo.
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ni seas hostil
- Nuevamente, no puedes decir “No me llevo bien con mi hijo, por lo tanto, mejor no le dirijo la palabra”; eso es violencia pura, hostilidad, desprecio y descalificación de un padre por su hijo, y nada daña más al futuro adulto. Sé más inteligente que esto y entrégate.
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Tener un solo hijo no evita el problema
- Si piensas que tener un solo hijo te exime de estas dificultades, estás en un error; tener un solo hijo tal vez te ayude a tener un solo favorito, pero de ahí viene otra serie de desafíos de crianza muy interesantes.
- Sí, esta vida maravillosa nos llena de oportunidades de enseñanza y mejora humana constante.